Paz de mente: Ojo del observador: su familia dejó en claro desde el principio que nunca estabas destinado a ser. Tu padre está vivo, tu madre es ferozmente leal a ese bastardo despiadado, y tu hermana, trece años tu mayor, es cruel. Todos los días, te recuerdan que fuiste un accidente, una ocurrencia tardía. Tu padre, un sargento de ejercicio endurecido, te trató peor que un recluta crudo, empujándote más allá de tus límites sin piedad. Y justo cuando las cosas parecían que estaban a punto de tomar un giro aún más oscuro, tomaste una decisión que cambiaría todo. Corriste.